Sudor matutino
sembrado como girasoles
sobre el campo eterno de tu cuerpo
dormida por tantas batallas
cariátide sudamericana
detén el templo de la esperanza.
Y pensándonos, de algún modo estando dejados a la distancia un día sin saberlo chocamos nuevamente en el parabrisas de nuestros ojos a la velocidad con la que viajan los sentimientos que son más que luz tú rescataste de pronto mi causa tú, la de ojos de ambar.
Herza Du Valca A Grisel Valencia en este nuestro Octavo Aniversario.
Con un sentimiento Fauve puedes rodar al último crater no descubierto de estas ganas de exterminarte con mi deseo. Corriendo como gacela herida pasaste encima de mi pidiendo tu sacrificio
Olfateé tu miedo y tu pena al tiempo que caía en tu trampa... inmensa cárcel la de tu cuerpo.
Lobo que aulla su muerte lenta traicoinado por el mal presentimiento arropando a la oveja amenaza tierna peligrosa en su fragilidad se convierte en la cazadora furtiva.
Solo nos faltó la última caída noquerarnos las ganas de descubrir oro encerrado en nuestros cuerpos la virginal materia que nos explique el enigma de lo que nos mantiene despiertos agotarnos las dudas de si podríamos o no ser dos convertidos en uno. Ese último juego el de descubrir el truco juntos apagar el incendio que explota cada que nos medimos las distancias hoy no se pudo ni mañana ni sé cuando mejor me distraigo con mi almohada contándole historias o algunos cuentos.
Buscando un castillo de desechos encontré un altar pagano retablo de latas de aluminio enaltecen la grandeza de los que estamos perdidos. Herza Du Valca