Lo eterno dura lo que el parpadeo del ave
llega un día con sonrisas y canto, poderoso es el momento que uno juraría será inmortal este tiempo,
pero la sombra apenas se dibuja en el suelo y la permanencia, desnuda y bella se vuelve humo y recuerdo.
No basta tratar de detener el tiempo
no basta acceder a la locura de la creación
no basta besar los labios de la Purísima Concepción.
Hoy existo, hoy muero.
Herza Du Valca.
miércoles, 3 de febrero de 2010
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