En el corredor del cuarto corre la sombra de la espera, contenta brinca de lado a lado, rezando que los accidentes pasen por mi puerta. Nada hay que la ponga triste, ni siquiera el péndulo de la risa y el llanto que llevo colgado al cuello como adorno en mis días de dandi hedonista, esta sombra es mi perfecta inquilina, nada pide, nada altera, más todo llena en esta habitación en ruinas.
Herza Du Valca.
miércoles, 23 de junio de 2010
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