Shh, le decía el pensamiento al olvido, cállate que no me dejas encontrar al recuerdo, y así los días pasaron, los años, las guerras perdidas y al final nunca se llegó a un armisticio, los recuerdos depararon en el patíbulo, las memorias en la podredumbre de la tumba y sus sonidos afónicos.
Silencio es el dictador de nuestro tiempo, y todos callados le lanzan rosas sin color encendido, somos cómplices de nuestras mentiras no dichas, somos artífices de esta gloriosa caída, la falsedad de quien no dice y sólo mira.
Herza Du Valca.
lunes, 12 de abril de 2010
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