Dos son mis ojos al borde del espejo,
ahogados en la brillantez del engaño,
dualidad dispar que escribe nombres inversos,
dos son los espejos que empañados sueñan con ser desenterrados,
no existe sospecha ni seña de que han bajado al infierno,
olvidé dejar el sendero de hojas para reencontrarme con la salida del fatuo laberinto,
frontera ardiente que marca esta muerte y este comienzo.
Herza Du Valca
miércoles, 25 de noviembre de 2009
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