Voy dejando mi locura en lo estrecho del camino, al trote voy y caigo, al paso vuelo y ando. No hay muralla que detenga al ejercito maldito de mis días pasados, de mi fiebre que crea ángeles divinos, impolutos sicarios. Decir que he nacido es engañar esto que ni siquiera a empezado, breve, fútil me han definido, lánguido tiempo cual reloj parado.
La centella de este silencio cegó el oscuro de mi espanto.
Herza Du Valca.
martes, 4 de mayo de 2010
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